pROTOCOLO HASHIMOTO
La disfunción tiroidea es una de las patologías que ha marcado mi vida, y de lo que más he aprendido. Ha sido mi motor y mi motivación para formarme cada vez más, buscar, indagar y pelear en todas las trincheras. Ahora mi tiroides es mi amiga, pero durante décadas me lo puso muy difícil.
Sé lo frustrante que puede ser vivir con una disfunción tiroidea. Incluso la mayor parte de los endocrinos siguen pensando que la solución está en la Levotiroxina, y que si las analíticas “están bien” tú debes estar bien. Así que me sentí perdida, sola, y abrumada. Y es raro sentirse sola ante algo así, cuando el 10% de la población española tiene problemas tiroideos. En EEUU es casi una pandemia. Se estima que 27 millones de estadounidenses tienen algún tipo de disfunción tiroidea (1 de cada 8 personas). Así que es algo muy común, y muy desconocido a la vez. Pues voy a explicarte un poco cómo van las cosas con esta glándula…
Es el responsable de mantenerte con energía, controlar tu ritmo cardíaco, mantener tu sistema digestivo en movimiento, regular tu estado de ánimo, mantener tu temperatura corporal y mucho más.
Si tienes la enfermedad de Hashimoto, tu sistema inmunológico se ha vuelto rebelde y está atacando por error tu propio tejido tiroideo.
Esto hace que tu tiroides se inflame y luego produzca menos hormonas.
Como resultado, todos tus procesos metabólicos se ralentizan.
Esto puede provocar aumento de peso, problemas digestivos, caída del cabello, fatiga, desequilibrios del estado de ánimo y muchos otros síntomas.
Pero, ¿hay esperanza?
¡Siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!!!
Al abordar los problemas subyacentes que causaron que tu sistema inmunológico se volviera rebelde en primer lugar, puedes detener su ataque a la tiroides, restaurar la función óptima y eliminar tus síntomas.
En consulta trataremos varios puntos clave para crear tu protocolo personalizado.
En la tiroiditis de Hashimoto o en cualquier enfermedad autoinmune, reparar el intestino es vital para revertir sus síntomas. Después de todo, casi el 80% de todo tu sistema inmunológico se encuentra en su tracto digestivo. La pared del intestino es un poco permeable para que los nutrientes de los alimentos puedan pasar a través al torrente sanguíneo. Pero cuando esa pared se vuelve excesivamente permeable, ya no son sólo los nutrientes los que la atraviesan…(partículas de alimentos, bacterias, virus y toxinas) entran al torrente sanguíneo, donde tu sistema inmunológico las detecta como invasores extraños, los ataca y provoca una inflamación crónica.
Muchos de estos “invasores extraños” que flotan en el torrente sanguíneo se parecen mucho a las células de tu propio cuerpo. Tu sistema inmunológico puede confundirse y atacar accidentalmente sus tejidos. Este proceso de identidad errónea se llama mimetismo molecular, y es una de las teorías sobre cómo se produce la autoinmunidad. En el caso específico de Hashimoto, la estructura química del gluten es muy similar a la del tejido tiroideo.
Saber qué alimentos potencian tu salud ,y cuáles evitar, puede resultar una tarea imposible dada la cantidad de información contradictoria con respecto a esta patología. Sin embargo, hacerlo bien es esencial. Es posible que creas que tu despensa es el colmo de la buena nutrición, y estés muy abastecida de lácteos, legumbres, cereales, huevos, maíz y soja. Se supone que son opciones saludables, ¿verdad? La realidad es que todos estos alimentos podrían contribuir a tu malestar, porque todos pueden contribuir a la inflamación y al intestino permeable.
Las toxinas pueden ser devastadoras porque están omnipresentes en esta sociedad industrializada, la era de los agroquímicos, pesticidas, contaminantes ambientales, etc…
Las toxinas que representan la mayor amenaza para la tiroides son el mercurio, el perclorato y los nitratos, puesto que son químicamente similares al yodo, y la tiroides los absorbe rápidamente en lugar del yodo. Cuando esto ocurre, la tiroides no tiene suficiente yodo para producir niveles adecuados de hormonas, lo que perpetúa los síntomas de Hashimoto. Además, los nitratos se han relacionado con mayores tasas de cáncer de tiroides.
La buena noticia es la siguiente: podemos tomar medidas contra todo ello.
Hay varias formas en que las infecciones virales y bacterianas pueden desencadenar la enfermedad de Hashimoto. Tu sistema inmunológico confunde los tejidos de la tiroides con virus, o bacteria y comienza a atacar por mimetismo molecular.
Otro escenario terrible es si la infección invade la glándula tiroides o se esconde en sus células. Cuando esto sucede, su sistema inmunológico intenta matar el virus o las bacterias y, como resultado, daña la tiroides.
Hay una serie de infecciones asociadas con enfermedades autoinmunes, y hay cinco que se encuentran específicamente en personas con enfermedad de Hashimoto. Estos incluyen: virus del herpes, Epstein-Barr, hepatitis C, Helicobacter pylori y Yersinia enterocólica. Estas son infecciones comunes y a menudo no muestran síntomas, por lo que es posible que nunca sepas que has sido infectada.
Cuando vives acelerada, ansiosa e intranquila, tus glándulas suprarrenales se activan, liberando una cascada de hormonas. Esto le indica a tu cuerpo que debe priorizar el factor estresante y olvidarse de otras funciones, como la digestión, la respuesta inmune y la producción de hormona tiroidea. Ésto acarrea:
- Producción retardada de hormona tiroidea
- Conversión reducida de la hormona tiroidea de T4 (forma de almacenamiento) a T3 (la forma activa)
- Escasez de hormona tiroidea libre
El estrés también afecta al intestino creando más permeabilidad, y a la inflamación, pudiendo reactivar las infecciones latentes que desencadenaron la enfermedad de Hashimoto.
Durante el protocolo trataremos este punto de manera holística y profunda. ¡Porque tú lo vales!