Un plato cremoso y suave con marcados sabores exóticos. Ideal para sorprender a aquellos no familiarizados con las recetas crudiveganas. Hay que prepararlo con antelación, pero merece totalmente la pena.
2 personas
20 minutos + tiempo de congelación y descongelación dentro del frigorífico
Ingredientes
Budín
- 100g de espinacas
- 5 champiñones medianos
- 1/2 taza de anacardos
- 2 cucharadas de uvas pasas
- 1 cucharada de zumo de limón
- 1 ajo
- 1 cucharadita de curry
- 7 cucharadas de aceite de coco
- 3 ó 4 cucharadas de agua
- Aceite de oliva
- Sal
Salsa
- 2 cucharadas de manteca de almendra
- 2 cucharadas de sirope de ágave
- 1 cucharadita de curry
- 3 ó 4 cucharadas de agua
Guarnición
- 1/2 calabacín
- 1 cebolleta
- Rúcula
- Pimienta rosa
Corto las espinacas en tiras y las macero en un chorrito de aceite de oliva y sal (masajeándolas antes y después) durante media hora o más para que se “marchiten”, también puedes ponerlas en un bol tapado dentro del deshidratador, acelera el proceso. Corto los champiñones (uso portobello) en láminas finas y los macero también en sal y un chorrito de aceite de oliva, lo suficiente para que todos cambien de color sin llegar a encharcarlos.
Trituro los anacardos en un molinillo de café hasta reducirlos a harina fina. Los pongo en un mini procesador junto con el ajo machacado, el zumo de limón, el curry y una pizca de sal, voy añadiendo el agua poco a poco y proceso hasta formar una crema fina pero espesa (es mejor poner menos agua de la que piensas que vas a utilizar y añadirla si es necesario). Añado el aceite de coco y vuelvo a batir hasta que se mezcla bien. Por último pongo las uvas pasas y doy dos o tres “golpes” de batidora para picarlas un poco pero que queden trozos. Pongo las espinacas y los champiñones en un bol junto con la crema y mezclo muy bien, queda una pasta ligéramente líquida. Uso dos moldes individuales, pongo dentro plástico de cocina y lo unto con aceite de oliva para facilitar la tarea a la hora de desmoldar y relleno los moldes que pongo en el congelador. Los dejo congelar durante toda la noche, pero realmente con tres o cuatro horas basta. Una vez congelados los dejo descongelar lentamente dentro del frigorífico.
Para la salsa mezclo todos los ingredientes en un mini procesador, con el agua hago lo mismo que en el paso anterior, la añado poco a poco hasta obtener la consistencia deseada.
Saco los moldes del frigorífico una vez descongelados y desmoldo cada budín en el plato de servir, con tiempo para que cojan la temperatura ambiente.
Mientras tanto preparo la guarnición, medio calabacín cortado en spaguetti que dejo reposar con sal en un colador para que suelte el agua (también puedes dejarlo una hora en el deshidratador si lo tienes conectado, pero encenderlo sólo para eso creo que no merece la pena), corto la parte blanca de la cebolleta en aros finos. Aclaro el exceso de sal de los spaguetti de calabacín, los seco con papel de cocina, los mezclo con la mitad de la cebolleta y los distribuyo en un montoncito en cada plato, el resto de la cebolleta la mezclo con un puñado de rúcula lavada y centrifugada y hago lo mismo que con el calabacín.
El último toque es distribuir la salsa sobre el budín y los spaguetti y espolvorear todo con pimienta rosa recién molida.
Si hace mucho calor es mejor no dejarlo mucho tiempo fuera del frigorífico porque se vendrá abajo y, por otra parte, apetece comida un poco más fría.